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Cristóbal se "enjorguina"

Liando cogió su copa, puso una servilleta en el suelo y la mojó con unas gotas de coñac.

—¡Chupa compañero! —le dijo a Cristóbal —, que sé que ha de gustate más que a un flamenco el canalillo la bailaora... je je je.

—¡Guau guau!

—¿Tiés viciao al perro, cabrero?

—¿Cómo?... ¡no, quiá!... je je je. Humanizao lo tengo y tendrías que velo con el tintorro, ¡eh! En su punto y medía, sin pasase y de vez en cuando na más, no vayas a pensate... ¡Bueno! Tan sólo una vez la pillao... je je je y destar con el Cirilo, que así se llamaba el gato que tuvimos. Cirilo y medio se creyó el perro cuando cogió aquel tablón en Navidá, y si el gato se restregaba en la pata la mesa, a este había que sujetásela pa que no tirara la cena al suelo; si el Cirilo se frotaba en el quicio la puerta, con este a sujetala también pa que no la sacara de las bisagras, y porque a tiempo llegamos y sujetalo pudimos, cuando vio que el Cirilo salía saltando por el hueco la ventana, una ventana de un metro partia en seis cristales, imagínate si salta, con la trompa que llevaba, de la ventana hace una puerta y apaecen los cristales en la vega, del impulso que había cogío.

—¿Y cómo lo sujetastes, cabrero?

—Que me puse yo delante, ya ves, y me dio una costalá que sólo de pensalo me duele hasta el carnés, y el mu podenco no valía ni quitase de encima, que se quedó estirao y allí tuvo que dormila el animal, ¡vaya chispao que llevaba, oyes!. Pero sólo esa ha cogío, ya te dicho, to culpa mía que le eché en el bebeero medio Rioja empezao que tenía... ¿es así o no, Cristóbal?

—¡Guau! —ladró el perro.

—¡Buena se pondría la Paca! ¿no cabrero?

—¿La Paca? ¡quiá! penica le daba a la Paca de ver al canelo espanzurrao patas arriba, ¡pues bueno estaba el Cristóbal! con el sentío más al otro lao, le sacó una manta, se la echó al suelo, me hizo poner al animal a la mitá y con la otra mitá cubrilo, y aluego de hacelo metele una almohá debajo la caeza. ¡Así se puso la Paca, así! toa tierna con el perrángano.

—¿Y el perro que hizo, Liando? To agraecío ¿no?

—¿El perro? ¿qué hizo el perro?... ¡roncar como un asno, hizo!, más aburrao quel burro el Lorenzo, que más borrico que él no lo hay en to la comarca, y la durmió to la noche y parte la mañana también, y sin dejar de hacer el asno que era tremendo oílo, oyes. Y a na que pasaba alguien pa la vega o pal Ribazo, nos salíamos a la puerta pa que no pensaran que nos habíamos dormío cargaícos la Paca y yo, a pasar vergüenza ajena por el animal del perro. Menúa tajá llevaba el amigo, y aluego al despertase se fue al abrevadero, enterito se metió y eso en pleno invierno que aún le costó to el día recuperar el resuello, ende aquel día le doy el vino a goteo, cuando le doy algo, pero eso ya del ciento al viento y pa celebrar lo que sea, que na más, no me se vaya a morir antes por borracho que por viejo... je je je. ¿Es así o no, Cristóbal?

—¡Guau! —ladró el perro.

—¡Vaya vaya, Cristóbal!... je je je.—dijo Julián riendo— ¡Bah! tú tranquilo, lo que tace falta es acostumbrate a esto.

—No sé yo Julián, no sé yo, este es muy de a pueblo, esto de lo moderno... miá que sin ir más lejos hace un momento, ahí mesmo en viniendo pacá, me sa cruzao una mujer con su perrica, y lo normal, este ha querío conocela como se quién conocer los perros, ¡ya ves tú!, lo natural, y ha ido este a olele el berenjeno, pues sa molestao la señora ¡ya ves! Como si eso fuera de vergüenza y eso al Cristóbal no le gusta, él siempre ha sío muy abierto pa eso de las amistades, no es cuestión de ponele freno a su edá, si na tié que hacer el probe, que de poder no puede aunque de querer le sobre, ¡con lo espabilao que era en el pueblo! y más cuando era joven que no dejaba berenjeno quieto y entre jorná y jorná de cabras y de ovejas y pastor y laboreos, aún le sobró tiempo pa llenar el pueblo de hijos y aún de conocer a sus nietos, esa libertá aquí no va a tenela, de ir de aquí pallá suelto y vese con uno o más de los suyos a su aire y sin ataúras. ¡En fin, ya veremos! ¿eh Cristóbal?

—¡Guau! —ladró el perro.

—No has de preocupate amigo, aquí va estar bien atendío y en buen sitio, no ha de faltale de na.

—Faltale va faltale lo principal, y eso es lo que me preocupa porque le falta campo y le falta pueblo, qués lo que ha conocío ende que nació y lo que ha vivío, y le falta su ganao, que pa eso si que era fino. Poco va faltale si no acaba en el caserío, con el Fernando, eso el tiempo ha de decilo. ¡En fin, que vamos a inos!, dale a eso su tiento Julián, que en poco están de venir los sobrinos, no han de retrasase mucho ya, las doce más o menos dijo la Julica y por ahí andará la cosa.

—¡Pues andando, capitán!, que como tú mesmo dices “que pa luego es tarde”.

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