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¡Explícale cómo vienen los niños!

Los niños se despertaron y salieron.
—¿Qué cantabais, mamá?... ji ji ji.
—Nada, hija, que estamos contentos.
—¡Claro! ¿ves?, ya te lo dije esta mañana, que los novios siempre están contentos. Oye, mamá, tienes que explicarle a este de donde vienen los niños, que no para de preguntar y yo no sé decírselo como tú, díselo como me lo dijiste a mí.
—Bueno, hija, bueno, ¿quieres saberlo, Jorge?
—¡Claro!, quiero saberlo para que Marieta no se piense que no sé nada, que es muy mandona y protesta mucho.
—¿Y eso te molesta, hijo?
—¡No, no!, me lo paso bien.
—Marieta, hija, no seas tan terca, mujer, que todo el mundo tiene cosas que enseñar y cosas que aprender, hija. Anda, hazme el favor, acércame el portátil, está dentro de la cartera, en mi cuarto.
La niña fue a por el ordenador.
—¿Ya sabe eso la niña, Marian? —preguntaba Lola.
—¡Claro!, se lo tuve que contar, ya sabes como son en los pueblos, algunos más brutos que los arados, y hacen unos comentarios que te asustarías si los oyeses, así está prevenida, que esto, cuando yo era como ella, era otra cosa.
Marieta llevó el ordenador, Jose lo sacó de la cartera y se lo pasó a María. Ella lo abrió y lo conectó.
—¿Ya, mamá?
—¡No!, espera, espera a que arranque, a ver si lo tengo aún.
—¿Le vas a enseñar fotos, Marian? —preguntaba Jose.
—No exactamente, algo parecido.
En ese momento sonaba el timbre.
—Marieta, hija, ¿puedes abrir?
—¡Es Julia, mamá!
—¡Hola Julia! ¿cómo estas? —saludaba María.
—¡Hola a todos!, muy bien ¿y vosotros?
—¡Fenomenal!, ¡muy bien, la verdad! —respondía Jose.
—Ya me ha dicho Higinio lo de la niña, estoy muy emocionada, chica, estoy que no doy pie con bola… je je je luego os cuento ¿qué hacéis?
—Mamá le va a contar a Jorgito como vienen los niños… je je je.
—¿Sí, María?
—Sí, Julia, sí, se han empeñado, ya está esto, sentaos. Jorgito, voy a hacerte una foto. 
—¡Ven, Jorge, ponte aquí! —dijo Marieta—, ponte bien, como en la foto de Comunión, eso es.
María giró el ordenador.
—¿Ves esto, Jorge? —dijo al niño señalando un punto en la tapa del portátil—, es una cámara ¡mira aquí!... enter… y ¡ya está! Ven, Jorge, mira que guapo has salido ¿te gusta?
—¡Que guay! ¡sí! —respondía el niño.
—Bueno, sentaos, chicos.
María conectó un ratón inalámbrico al ordenador, y lo apartó un poco de ella para que todos pudieran ver.
—Esto es una animación en un programa que compré hace tiempo, es para caratulear video.
En la pantalla aparecían la foto de los chicos, uno a la izquierda y otro a la derecha. La madre de Marieta las había recortado haciéndolas circulares y eran simples, sólo el rostro, como fotos de carnet, y preguntó a Jorge:
—A ver, Jorge ¿ella quien es?
—¡Marieta!, bah, que foto más fea, ahora es más guapa.
—Bueno, eso da igual, es Marieta, eso es.
María había copiado y pegado la foto del niño en el otro círculo.
—Y este, ¿quien es?
—¡Ese soy yo!... je je je.
—¡Eso es!, bien guapo que has salido. ¿Sois novios o no sois novios?, por que esto sólo vale para los novios.
—¡Sí, sí, claro mamá, ya te lo hemos dicho antes! —respondía Marieta presurosa.
—¡Bien!, vale, ¿y que hacen los novios, cuando son mayores, quiero decir? Marieta, tú callada que sabes más que los libros, dime Jorgito.
—Pues se casan.
—O se comprometen y viven juntos en familia —añadía María.
—¿Qué es comprometerse? —preguntaba extrañado Jorge.
—Eso es como cuando tú, prometes a tú mama que te vas a portar bien, y lo haces, pues algo así, comprometerse es cuando los novios se prometen que se van a querer mucho, mucho, y se prometen también que se van a cuidar.
—¡Ah!, ¿cómo Jose y tú?
—¡Pues sí!, como Jose y yo, o como Julia e Higinio, o como Lola y Julián, sí sí.
—¡Ah, vale!
—Ahora mira, hemos dicho que cuando son mayores ¿no?, pues observa.
María hizo un clic en cada una de las fotos, el programa contaba con diversos enlaces a complementos fotográficos, en este caso, a un simulador de edad.
—¡Ahibá!, tienes una hermana mayor ¿Marieta?
—Ja ja ja… —se rieron todos, la niña la que más—, esa soy yo cuando sea mayor.
—Y este serás tú, Jorgito —le dijo María señalando su foto—, ¿Lo ves?
—¿Ese soy yo?
—¡Sí!, cuando seas mayor, eso es. Bueno, ¿qué hemos dicho que hacen los novios cuando se hacen mayores?
—¡Se casan o se comprometen! —dijeron los niños.
María hizo clic, y de cada fotografía salieron sendos anillos que quedaban entrelazados y fijos en el centro entre las dos fotos.
—Ahora que sois mayores y estáis unidos, ¿qué es lo que más os gustaría? 
—¡Trabajar! —respondió Jorgito.
—¿Trabajar? ¡anda ya! —exclamó la niña—, que no te enteras Jorgito, tener un niño como tú y como yo ¡hombre!, pero más pequeño, un bebé.
—¡Ah, sí sí sí! ¡es que me he confundido!... je je je.
Todos reían el despiste del pequeño. María proseguía con su explicación.
—Pues mirad, esto es lo más importante. Los bebés no vienen de ninguna parte, hay que hacerlos y para eso se necesitan dos cosas, una parte del hombre y otra parte de la mujer, en este caso, una parte de Marieta y otra parte tuya, Jorge.
—Pero ¿es que nos tienen que coger una parte nuestra? ¿nos tienen que operar?
—¡No hijo, no, verás!, nuestros cuerpos por dentro, tienen muchísimas partes sueltas que son como vosotros, pero muy pequeñitas, tanto que cada una sola, no podemos verla de tan chiquitina que es, mirad…
María hizo dos veces clic sobre la foto de Marieta, y debajo de ella aparecieron como unas seis fotos idénticas de menor tamaño, hizo lo mismo en la de Jorgito, obteniendo como resultado unas veinte fotos mucho más pequeñas.
—¡Ahibá!
—¿Te gusta?, ¿ves?, si cogemos todas estas fotos pequeñas tuyas y las juntamos, sale la foto de arriba ¿lo entiendes? Tú por dentro, tienes muchas partes de ti que son como tú pero muchísimo más pequeñitas.
—Y Marieta igual ¿no?
—¡Exactamente igual! Ella tiene algunas menos por ser chica y tú más por ser chico.
—¡Bien bien bien! —exclamaba Jorgito levantando los brazos—, ¡te gano te gano!
—Sí ¿y que? —le decía Marieta—, las mías son más grandes… ji ji ji.
—¡Bueno bueno!, entonces se supone que esta Marieta y este Jorgito de las fotos, quieren tener un bebé ¿no?
—¡Sí sí, claro! —respondían al unísono los niños.
—Pues primero hay que hacerlo y que crezca. Un bebé es una parte del papá que se une a una parte de la mamá, haciendo otra parte más grande que se parece a los dos ¿no?
—¡Sí sí!, a mí me han dicho alguna vez que tengo las orejas de mi padre y la nariz de mi madre —dijo Jorgito.
—Ji ji ji… ¡pobrecico! —murmuraba Lola a Jose por lo bajo—, eso es mala leche.
—¡Ya te digo! —respondió él.
María proseguía con su explicación.
—¡Mirad, chicos!
María hizo clic ahora en una de las fotos pequeñas de Jorge, y se fue al centro de la pantalla. Justo detrás de la foto apareció el esquema del aparato reproductor femenino, luego hizo clic en una de las fotos pequeñas de Marieta, y dicha foto se desplazó colocándose y fusionándose con la de Jorge, apareciendo el rostro simulado de un niño con rasgos de los dos. Esta nueva fotografía quedaba situada dentro del útero del esquema.
—El papá, en este caso tú, Jorgito, deposita una de sus partes dentro del cuerpo de la mamá, Marieta. Allí se encuentra con una parte de Marieta y se transforman en una parte nueva, que empieza a crecer y a hacerse bebé en la barriguita, por eso las mamás, antes de tenerlo, nos ponemos gorditas ¿entiendes?
—¡Bueno, sí!, pero ¿cómo le doy mi parte a Marieta? ¿de donde la tengo que coger y como se la pongo en la barriguita?
—Mira, imagínate que la pantalla es la barriguita de Marieta y esto eres tú —dijo María señalando un “pincho” de memoria USB. 
María volvía a cliclear sobre la pantalla y aparecía de nuevo, pero algo más complejo, el esquema del útero, los ovarios, la vagina y el contorno del abdomen femenino.
—Mira ¿ves aquí arriba?, en esta parte del cuerpo, están las partes de Marieta, aunque un poco más pequeñas para que se vean todas ¿ves las fotillos?
—¡Sí sí! ¡las veo, las veo!
—Pues verás, una vez al mes, una de ellas, se cae por aquí y llega hasta aquí, la tripita, y allí se queda esperando. Esto hemos dicho que eres tú, este aparato de memoria, y estás lleno de partes tuyas ¿no? ¡pues mira!
María conecto la memoria USB al ordenador diciendo:
—El hombre se une a la mujer como se une este aparato al ordenador.
—¿Se enchufa el hombre a la mujer? —preguntó el niño.
—¡Sí sí!... ¿no chicos? —preguntó María mirando al resto.
—¡Sí sí!, se enchufa —dijo Julia—, es lo más gráfico y lo que mejor puede entender.
—Pues eso, verás, ahora está enchufado, y… pim… 
De la zona baja de la pantalla aparecieron todas las fotito pequeñas de Jorgito, quedándose colocadas en lo que gráficamente representaba la vagina del órgano reproductor femenino.
—¿Has visto? —decía María a Jorgito—, este aparatito que eras tú se ha enchufado al ordenador que es Marieta, y por el enchufe entran todas las fotitos tuyas que son todas esas partes pequeñitas, que traspasas de tu cuerpo al de Marieta, y ahora… pim… 
Con un nuevo clic, una de las fotitos de Jorge entró en la zona del útero representada, colocándose sobre la foto de Marieta. Con el mismo efecto de mezcla del anterior paso, pero con una variante, el primer resultado de tal mezcla fue una imagen fetal, que evolucionó rápidamente hasta llegar a la foto mezclada, es decir, una recreación a una edad de adultos obtenida a partir de rasgos de los dos niños manejados en el simulador de edad, como una superposición de ambos en imágenes transparentes.
—¿Lo entiendes? —preguntaba de nuevo María al niño.
Jorgito se miraba por todos los lados.
—¿Qué te pasa Jorge? —le preguntó ella extrañada.
—¡Que no tengo enchufe!
—Sí, sí lo tienes, ¡hombre! —le respondió María sujetándose como pudo la risa.
—¡La colita, hombre! —dijo Marieta.
—¡Ah, ya! Y tú ¡tu cosita! ¡ya entiendo, ya!, esos son los enchufes.
—¡Pues claro!, que cortito eres —le decía la niña con ironía.
—¡Eso es, Jorgito!, y cuando el bebé ha estado creciendo nueve meses dentro de la mamá, nace.
—¡Ah, ya! ¡que bonito!, cuando seamos mayores, yo quiero tener niños para que sean como Marieta y yo mezclados… je je je.
—¡Eso es!, pero sólo vale si sois novios u os casáis, o lo que es más importante, si os comprometéis —afirmaba María con rotundidad,— Pero sólo cuando sólo cuando se es mayor, antes, todo esto no sirve, no funciona.
—¡Ah, vale, ya lo sé! ¡gracias María!. —respondió el niño.
—De nada Jorgito, cuando queráis saber cosas preguntádnoslas a los mayores, que siempre os respondemos.
—Sí sí —dijo el niño— oye, ¿podrías ir a mi cole a explicarlo así?
—ja ja ja… —rió María, —¡anda chiquillo!...
—Y ¿por qué no María? —preguntó Julia.
—Eso es cosa vuestra, Julita, yo sólo soy madre, no profesora, tú tienes la suerte de que vas a ser las dos cosas a la vez, lo harías mucho mejor que yo. 
—Oye, ¿podrías pasarme esto a mi “pincho”?
—Bueno, no hay problema, te paso el gráfico con el mini programa de fotografía y el de video, con este va el simulador de edad, ok.
—Gracias María, me va a ayudar, ya lo creo.
—Me costó un rato prepararlo… je je je.
—¡Es genial, cariño! ¡sencillamente genial!, yo no sabría hacerlo mejor —intervino Jose.
—¡Coño, zagal!, ya te digo que si lo haces —pensó Lola para sí—, si lo que te sobran son fotitos… je je je, ¡ay que penica madre, ser tan mayor!

Haciendo click sobre la foto accedemos al audio del fragmento.

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